Hablar de mujeres nos definimos como el sexo femenino y antes éramos vistas como el sexo débil, creándonos así una visión de imposibilidades siendo nosotras más fuertes emocional y organizacionalmente en cada una de las funciones que nos toque desempeñar.

Somos creadoras de hogares y llevamos internamente un depósito emocional incalculable. Somos incubadoras de vida cargamos hijos físicamente y emocionalmente, sin embargo, siempre tenemos una sonrisa para todos, sonreímos cuando queremos llorar, lloramos cuando estamos felices y reímos cuando nos atacan los nervios.

Las mujeres sabemos controlar a la distancia con una llamada y ponemos nuestros hogares en orden. Las mujeres tenemos un cuidado extremo por nuestros esposos e hijos, solemos preparar una taza de café con la mejor de las especies y ese ingrediente es el amor.

La belleza de una mujer debe medirse por las transformaciones de etapas en etapas y por la esencia de amor que ha llevado como corona. Cada mujer debe saber dar abrazos que “apapachen” el alma y un beso que pueda sanar un corazón roto. Una mujer puede hacer que tus días sean interminables, Dios nos hizo en diferentes tamaños, colores y formas, nos hizo multiplicativas y hacemos girar el mundo para lograr nuestros ideales.

Sabemos ganarnos un beso y un abrazo con la curva de nuestras sonrisas pero, algo que debemos tener muy presente que la belleza de una mujer nunca será por sus adornos, sino, por la luz y el brillo de sus ojos que son la ventana de su corazón, allí es donde se acunan todos sus sueños y sus más grandes amores.

Cada día me asombro más de las fuerzas internas de muchas mujeres, siempre tienen tiempo para sus parejas e hijos, así tengan que cambiar agendas propias o perder horas de sueño. Hoy en día vemos mujeres dedicadas a entregar su amor y servicio como voluntarias y haciendo labores altruistas. Me encantan ver su fortaleza y voluntad cuando deciden tomar las riendas sobre algo, no hay quien las detenga, son determinantes y disciplinadas y no aceptan un NO como respuesta cuando están convencidas de una solución.

Admiro enormemente a la mujer de hoy y me siento privilegiada en mi género en esto tiempos, pues la mujer de hoy ha encontrado el éxito teniendo muy presente que no es de donde vienen sino a dónde quieren ir.

Siento una gran admiración de ver mujeres jóvenes que en las historias de sus vidas han sido vulneradas y maltratadas emocionalmente y hoy en día veo en ellas grandes heroínas que aprendieron a ser una mejor versión de ellas mismas. No debemos esperar una fecha especial ni un día comercial para reconocer las grandes mujeres que nos rodean en nuestras vidas.