Sexismo en el contenido publicitario

Sexismo en el contenido publicitario

Sexismo en el contenido publicitario

“No acabo de entender por qué para promocionar un lapicero presentan a una mujer semi desnuda”. Expresiones similares se escuchan a menudo y plantean una realidad que pocos se detienen a analizar, desde el punto de vista de su influencia en el fortalecimiento de unos discursos audiovisuales que plantean a la mujer como un objeto sexual.

Sin embargo, no sólo se exhiben imágenes del cuerpo femenino o partes de este como recurso para captar la atención o como un adorno, ajeno al contenido del anuncio o lo anunciado. Hay muchas otras formas violentas de mostrar a la mujer, denigrando incluso su más básico valor.

Abordemos de un modo más profundo ahora lo que sucede con la publicidad. Empiece a notar cómo se sitúa a la mujer en una posición de subordinación o inferioridad muchas veces, con menores capacidades o no aptas para asumir responsabilidades; cómo se menosprecian o ridiculizan las actividades o valores atribuidos a las mujeres, o contraponen la superioridad de los masculinos; cómo se asigna a las mujeres, de manera clara y diferenciada, la responsabilidad exclusiva o principal de cuidados a terceros y del ámbito doméstico, excluyendo a los hombres o asignándoles un plano secundario en dicha responsabilidad, por mencionar algunos contextos.

En todo contenido mediático descansa la responsabilidad del empleo de un lenguaje no sexista ni discriminatorio y de un tratamiento de las noticias riguroso y respetuoso con los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres.

Es urgente crear una mayor conciencia social e implicación de todos para que haya un cambio de actitud respecto a las conductas machistas y la violencia contra las mujeres: algo como un “simple anuncio”, que muchos pueden catalogar de irrisorio, alimenta la cultura que estereotipa a las féminas. Los medios de comunicación tienen una gran influencia social y cultural. Ellos desempeñan un papel vital en la creación de nuevos valores y actitudes frente a la violencia de género.

Desde los medios de comunicación no debe frivolizarse ni a la mujer ni a la violencia de género.
Es necesario ir dejando atrás el pensamiento retrógrada de establecer diferencias con respecto a las distintas opciones o actividades sociales que son adecuadas para hombres o para mujeres, con especial atención a la infancia y la publicidad de juguetes; también el de atribuir capacidades según el sexo para el ejercicio de diferentes profesiones o categorías profesionales, de forma que se sugiere la falta de aptitud de las mujeres o los hombres para el ejercicio de alguna de ellas.

El análisis de la representación de las mujeres en la publicidad y en los medios de comunicación para detectar mensajes sexistas tiene mucha tela por donde cortar. En estos contenidos debe primar el respeto por la dignidad de las mujeres y su derecho a ofrecer una imagen no estereotipada ni discriminatoria, tanto si se muestra en los medios de comunicación púbicos como si lo hace en los privados.

Resulta primordial que la sociedad se concientice sobre la violencia que se promociona en los medios de comunicación, en especial mediante la televisión y el cine, acaba trasladándose a la calle y al seno de las familias.

Ojalá nosotros, los periodistas, hagamos una reflexión de cómo podemos emprender acciones que contribuyan a suprimir las imágenes estereotipadas. Sería un excelente aporte si introdujéramos en el escenario social las nuevas escalas de valores basadas en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y de igualdad entre hombres y mujeres, así como el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, todo ello desde la perspectiva de género. Granito a granito la gallina se llena el buche… ¡comencemos colegas!